Issoria lathonia – SOFIA

Una tarde de este pasado verano subí hasta el mirador de La Pedrizona. Está en pleno centro de la Sierra de la Culebra, dentro del término municipal de Ferreras de Abajo, en la provincia de Zamora. Es muy fácil llegar hasta él por un camino que sale de la localidad atravesando un puente sobre el arroyo Castrón, luego no hay más que girar a la izquierda, a pocos metros, en el primer camino que sale y seguirlo hasta el final.

El camino es completamente cuesta arriba y se puede subir perfectamente en turismo. Inicialmente discurre entre monte bajo, para en su mitad adentrarse en pinares procedentes de las masivas repoblaciones de mediados del siglo pasado. Afortunadamente quedan robles autóctonos abriéndose paso entre ellos. A quien no conozca la zona se la recomiendo, porque hay unas vistas espectaculares de la Sierra de la Culebra.

La cuestión es que a pocos metros de bajar del coche, me vi inmerso entre multitud de cientos de ejemplares de esta especie, revoloteando sin parar de cardo en cardo. Era un espectáculo maravilloso y daba la sensación de estar en mitad de una fiesta en la que no paran de caer confetis o papelitos del cielo. Casi no sé cómo describir la mágica sensación del momento, pero era como ser el protagonista de un cuento. Espero que con el pequeño vídeo que acompaño podáis haceros una idea.

Además las mariposas son preciosas, de esas que te llaman tanto la atención que casi no puedes dejar de mirarlas, y no eran nada asustadizas. Los colores blancos de la parte inferior de las alas son una de las coloraciones más bonitas de las que he podido disfrutar. Pude hacer una buena cantidad de fotografías y observarlas con total tranquilidad mientras libaban el néctar de los cardos. En resumen, uno de esos momentos que los aficionados a la naturaleza disfrutamos a más no poder.

Lo curioso es que a pesar de ser una mariposa muy común y que es muy fácil de observar en cualquier lugar, nunca había visto tal concentración, cosa que después de informarme, debe ser una conducta habitual en ellas. Se ve que gustan de las reuniones masivas, y si hay buena cantidad de alimento como era el caso, mejor que mejor, y mayor posibilidad de que se produzca una gran aglomeración.


Filo: Arthropoda – Subfilo: Hexapoda – Clase: Insecta – Orden: Lepidoptera – Superfamilia: Papilionoidea – Familia: Nymphalidae – Subfamilia: Heliconiinae.

Nombre científico: Issoria lathonia (Linnaeus, 1758).

Ambos géneros presentan la misma coloración, pero las hembras son más grandes que los machos, alcanzando los 5 centímetros, y tienen el abdomen más ancho y corto. El de los machos, evidentemente con fines reproductivos, es más estrecho y alargado.

La coloración de la parte superior de las alas es anaranjada con manchas negras. En la cara inferior hay que diferenciar las alas anteriores, que además de las manchas negras, presenta unos pequeños puntos blancos en la parte delantera, de las alas posteriores, donde predominan las manchas blancas. Todo ello también sobre el bonito fondo naranja.

Dependiendo de las condiciones climáticas, entre la primavera y el inicio del otoño pueden sacar hasta tres generaciones al año, aunque lo habitual son dos. Los huevos son de color crema y tienen forma cónica. Las puestas rondan los 100 huevos y son depositados individualmente.

Las orugas son de color negro con pequeños puntos blancos y manchas marrones. Poseen pelos espinosos de color pardo y en la parte central superior cuenta con una doble línea de color blanco. Sus plantas nutricias son violetas, pudiendo además alimentarse de zarzas y borraja.

Es curioso que pueda hibernar en cualquiera de las cuatro fases: huevo, oruga, crisálida o mariposa.

Se encuentra distribuida por la totalidad del territorio peninsular, teniendo además hábitos migratorios.

Pelophylax perezi – RANA COMUN

Descubrí esta despreocupada rana dándose un baño y nadando tranquilamente en una pequeña piscina, que a la vez sirve como depósito de agua para el riego, en las afueras de mi pueblo. Como nos separaba una buena distancia no se percató de nuestra presencia, y ahí estaba tan feliz, a sus anchas.

Mucho he disfrutado de pequeño con ellas, la verdad es que también su número era mucho más abundante que hoy en día. Durante la estación veraniega me encantaba seguir el curso del arroyo de mi pueblo cazándolas. Como el nivel del agua no era muy grande, se podía caminar tranquilamente por su cauce. Eso sí, había que hacerlo en contra de la dirección de la corriente, para que esta arrastrara el barro y la suciedad que se levantaba al caminar y así no se entorpeciera la visión.

El truco consistía en caminar muy despacio, esperando a que las ranas al asustarse saltaran al agua. Luego, en un derroche de habilidad ocular, seguir al ejemplar en su buceo hasta su escondite, todo ello sin perderlo de vista a pesar de las ondas que surcaban la superficie.

Entonces se pasaba a la maniobra de acercamiento. Como normalmente las pobres se escondían debajo de una piedra, una vez se llegaba junto a ella, había que estudiar su contorno analizando las posibles zonas de huida. Muy despacio se rodeaba la piedra con las manos y se introducían bajo ella palpando muy despacio, hasta que se producía el contacto con el indefenso animal y se atrapaba.

No se me daba nada mal la cosa para desgracia de nuestras pobres amigas. En cualquier caso, eran otros tiempos, otra forma de ver la vida y su captura no suponía el daño que puede suponer hoy día, debido a la disminución de su número.

Los fines de estas cacerías eran estrictamente alimenticios. Hay que reconocer que las pobres estaban muy ricas, tanto en revuelto con huevos, como fritas con mucho ajo y pimentón, que era como mis escasos conocimientos culinarios me permitían cocinarlas. Pero todo sea dicho, llevo muchos años ya sin probarlas y me causa el mismo deleite o más, capturarlas con el objetivo de la cámara, así como disfrutar de sus interminables cantos nocturnos en las noches primaverales y veraniegas.

Imagen tomada por Miriam y Luismi en Llama de Colle (león).

Filo: Chordata – Clase: Amphibia – Orden: Anura – Familia: Ranidae.

Nombre científico: Pelophylax perezi (López Seoane, 1885).

Las hembras de rana común puede llegar a alcanzar los 11 cm. de longitud, mientras que los machos no suelen superar de los 8’5 cm. Aunque suele ser verde, su coloración es muy variable. Normalmente presentan manchas negras por la parte superior, laterales y extremidades, y una línea de color claro a lo largo de la columna vertebral. El vientre es de color blanco, a veces con puntuaciones negras. Los tímpanos son muy visibles y son de color bronceado, teniendo un tamaño casi tan grande como los ojos.

Los ojos son muy prominentes y su pupila es horizontal. Las patas traseras tienen cinco dedos unidos por una membrana, mientras que las delanteras sólo tienen cuatro, sin membrana, siendo el tercero más largo que los demás. Los machos están dotados de unos sacos vocales de color grisáceo en la comisura de la boca, que cuando no son usados parecen unas simples manchas. Los dedos de sus patas delanteras son más fuertes que los de las hembras y durante el periodo reproductivo desarrollan callosidades.

Es una especie exclusivamente acuática, siendo posible encontrarla en cualquier masa de agua, prefiriendo las zonas con presencia permanente de líquido.

El período reproductivo suele comenzar mediada la primavera. La hembra deposita más de 2.000 huevos protegidos por una cubierta gelatinosa en zonas sin corriente. En poco más de una semana nacen los renacuajos. Cuando nacen están dotados de cola y branquias. A medida que van creciendo van perdiendo las branquias y le crecen las extremidades, primero las patas posteriores y luego las delanteras, a la vez que pierden la cola. Desde su nacimiento hasta la transformación completa en pequeñas ranitas suelen pasar dos meses.

Los machos alcanzan la madurez sexual a los dos años y las hembras al año, siendo aptos para reproducirse a partir de entonces.

Su alimentación se basa en pequeños invertebrados, aunque ocasionalmente consume vertebrados de pequeño tamaño.

Es una especie endémica de la península ibérica, que habita en la totalidad del territorio peninsular en altitudes inferiores a 2.400 metros.

Hyles euphorbiae – ESFINGE DE LAS LECHETREZNAS

Dando un paseo una tarde de este pasado verano, entre las dunas del parque natural de las Dunas de Liencres, en Cantabria, me era imposible no quedarme mirando para unas llamativas orugas, que con un apetito insaciable, no paraban de comer plantas como si no hubiera un mañana.

Pero lo que más llamaba la atención no era su voracidad, que también, ya que como podéis ver en el vídeo parecen trituradoras. Lo que llevaba casi sin querer la vista hacia ellas era su tamaño y su bonito colorido. Algunas eran tan grandes como un dedo, y con esa variedad de colores, como comprenderéis, imposible mirar hacia otro lado.

Sin duda, es una de las orugas más bonitas que he visto. Amarillos, verdes, naranjas…, y destacando sobre ellos, negros con puntos blancos, como si avisara que acercarse a ella era un peligro, invitando a continuar viaje a posibles amenazas.

Lo que me hizo mucha gracia fue observar las huellas que dejaban sobre la arena en sus desplazamientos entre planta y planta. Era un doble surco de puntos, que como no hacía viento que los borrara, permitían ver con claridad el camino que habían seguido en su insaciable búsqueda de alimento.

Investigando más tarde, resulta que la planta que comían era Lechetrezna de las playas, cuyo nombre científico es Euphorbia paralia, de ahí que el nombre de esta oruga sea Hyles euphorbiae. Y aunque pueden comer otros tipos, esta y otras de su género, son sus plantas nutricias por excelencia. Se ve que no se mataron mucho a la hora de bautizarla.

A las orugas no es muy conveniente molestarlas porque pueden regurgitar el contenido del estómago, y como las lechetreznas de las que se alimentan tienen un alto contenido en un látex tóxico e irritante, además de tener que soportar el nauseabundo olor, pueden provocarnos alguna reacción urticante.

Y por último, contaros que de esta preciosa oruga, tras su paso por el estado de crisálida, sale una mariposa nocturna, lo que llamamos vulgarmente polilla, bastante bonita también. Este año no he conseguido fotografiarla, así que queda pendiente para la próxima temporada.

Filo: Arthropoda – Subfilo: Hexápoda – Clase: Insecta – Orden: Lepidoptera – Superfamilia: Bombycoidea – Familia: Sphingidae – Subfamilia: Macroglossinae – Tribu: Macroglossini.

Nombre científico: Hyles euphorbiae (Linnaneus, 1758).

Las orugas pueden llegar a medir hasta 8 cm. Cuando nacen son de color claro, con la cabeza y el cuerno posterior de color negro. Durante esta etapa son de hábitos nocturnos, empezando a tener actividad durante el día a medida que van adquiriendo la coloración de advertencia. Esta coloración de adulto puede ser muy variable.

Las mariposas son de hábitos nocturnos y se alimentan de néctar de flores. Sus vuelos suelen ser cortos y durante el día permanecen escondidas. Tienen aspecto triangular, en forma de punta de una flecha, pudiendo llegar a alcanzar una envergadura alar de 7 cm. Suelen tener una esperanza de vida de aproximadamente dos semanas.

Pueden sacar dos generaciones al año, una al final de la primavera y otra en verano. Después del apareamiento, que suele durar varias horas, las hembras ponen los huevos sobre los brotes tiernos de las plantas que sirven de alimento a las orugas. Estos huevos, que miden 1 milímetro y son de color verde azulado brillante, eclosionan a las dos semanas. Cuando la oruga llega a su tamaño máximo, se entierra bajo tierra, donde se transforma en crisálida, de la que saldrá la futura mariposa. La última generación del año pasa el invierno en forma de crisálida, hasta la llegada del final de la primavera.

Suelen vivir en terrenos secos con abundancia de estas plantas nutricias de las que se alimentan, siempre por debajo de los 2.000 metros de altitud.

Bombus terrestris lusitanicus – ABEJORRO COMUN

De pequeño me llamaba mucho la atención oír decir a todo el mundo que los abejorros eran unos vagos, y que eran la reina y las obreras las que trabajaban en la colmena. Y yo la verdad cuando los veía tan afanados de flor en flor, muchas veces con las patas llenas de polen, me hacía mil cábalas pensando en que todo el mundo estaba equivocado, porque yo los veía trabajar un montón.

Y la luz se hizo en algún momento que no puedo precisar, en el que descubrí que estos dulces abejorros nada tenían que ver con los zánganos de las colmenas, quienes sí eran los zampones a los que se refería la gente, que tenían por única misión fecundar a las reinas, para morir tras ello.

Pero claro, mi cabeza infantil se había ido del femenino abeja al masculino abejorro, como el macho de la gata era el gato o de la perra el perro; juntando ambas especies en un revoltijo que nada tenía que ver con la realidad.

Lo que ya descubrí con los años es que los abejorros también tenían, como nuestras abejas, hembras y machos, siendo las primeras las reinas y las obreras y los segundos, los zánganos tragones. Así que lo que veía cogiendo polen de flor en flor, era en definitiva, otra pobre y trabajadora obrera, pero en este caso, de abejorro común. Hay que añadir que a las reinas también se las puede ver trabajando afanosamente, porque cuando todavía no tienen fundada la colonia, de algo tienen que alimentarse.

El motivo de contaros esto es que como ellos anuncian su llegada con su potente zumbido, para más tarde mostrarnos su bonito colorido, que a mi particularmente me gusta bastante, es que cada vez que los oigo, no puedo evitar recordar aquellos líos que me traía en mi infantil cabeza y echar una sonrisa. Y hablando de zumbidos, esta forma de recolectar zumbando, es la única con la que se consigue polinizar algunas plantas, como por ejemplo los tomates.

Filo: Arthropoda – Subfilo: Hexápoda – Clase: Insecta – Orden: Hymenoptea – Suborden: Apocrita – Sección: Aculeata – Superfamilia: Apoidea/Antophila – Familia: Apidae – Subfamilia: Apinae.

Nombre científico: Bombus terrestris lusitanicus Krüger, 1956.

Las reinas miden aproximadamente 2’7 cm. y las obreras y los machos unos 2 cm. de longitud. Las dos primeras poseen aguijón, mientras que los zánganos carecen de él. A diferencia de las abejas, el aguijón de los abejorros no tiene arpones, motivo por el cual tras su utilización no queda agarrado y se desprende del cuerpo, pudiendo volver a ser utilizado nuevamente. La picadura causa efectos similares a la de la abeja común.

Tienen el cuerpo dividido en tres partes: cabeza, tórax y abdomen. La cabeza es de color negro, el tórax también pero con una banda amarilla en su parte central y el abdomen es igual que el tórax pero con el extremo de color blanco.

Tras aparearse las reinas fecundadas invernan en un agujero bajo tierra hasta la llegada de la primavera, momento en el cual busca un lugar para formar la colmena. Una vez encontrado, pone los primeros huevos de los que nacen las primeras obreras, incrementando entonces la puesta de huevos mientras que las obreras se dedican a las labores de cría y recolección. A medida que la colonia se va haciendo más grande también aumenta el tamaño de los abejorros, hasta que con la finalización del verano la reina muere y nacen nuevas reinas y machos que abandonan la colonia para aparearse, e iniciar nuevamente el proceso en la siguiente temporada.

Las colonias de abejorros no son muy numerosas, en su momento de mayor cantidad de miembros, no suelen superar las 200 unidades, aunque algunos investigadores citan algunas de 400.

Se alimenta del néctar y polen de las flores, siendo uno de los grandes polinizadores de nuestros árboles y plantas, no en vano, es una de las especies utilizadas comercialmente para este fin.

Y por último añadir que esta subespecie de abejorro es endémica de la península ibérica, aunque con los fines comerciales mencionados antes, muchos son los países que ya cuentan con su presencia.

Iris oratoria – MANTIS MEDITERRANEA

“Si te pica una teresa, con las andas para la iglesia”. La teresa es el nombre popular con que se conoce en mi zona a las mantis y las andas eran las parihuelas de madera con que se llevaban al cementerio los féretros de las personas fallecidas.

Pocas veces la sabiduría popular manifestada en nuestro refranero se confunde, pero este es uno de esos casos en que un refrán no tiene ni pies ni cabeza, ya que las mantis ni pican, ni muerden y ni siquiera tienen veneno. Por tanto, es completamente imposible que nos pueda hacer nada y cualquier temor respecto a ella es completamente infundado.

Es bien cierto que siempre las ha perseguido una leyenda negra y que mucha gente es ver una y automáticamente pisarla o liarse a golpes con ella. Craso error porque es completamente carnívora y por tanto nos libra de un montón de molestos insectos, así que más que perseguirlas, tendríamos que mimarlas, protegerlas y estarles muy agradecidos.

Mi encuentro con este insecto tuvo lugar a finales del pasado mes de septiembre, cuando ya anochecido dando un paseo con mi ayudante perruno Kuma, la encontramos caminando por un camino de tierra.

Al sentir nuestra presencia aceleró su ritmo para intentar alejarse hacia el borde del camino, pero la curiosidad del perrito hizo que se acercara a olisquear y ver qué era aquello, lo que detuvo momentáneamente su marcha. Entonces me dio tiempo a encender la cámara y hacerle un pequeño seguimiento como podéis observar en el vídeo.

Y mientras grababa, al asustarse hizo este despliegue defensivo que podéis ver, dándonos la oportunidad de ver su maravilloso colorido. A mi la verdad me dejo alucinado porque nunca había visto una con las alas desplegadas y me sentí enormemente feliz de además haber tenido la oportunidad de fotografiarla y grabarla.

Y una vez disfrutado el momento, viendo que además se trataba de una hembra bien gordita y llena de huevos, discretamente nos apartamos para que se tranquilizara, siguiera con su camino y encontrara un lugar seguro donde hacer su nido para depositar la puesta.

Dio la casualidad que unos días más tarde en las inmediaciones de ese lugar, me llamó la atención un abultamiento sobre una pared. Al acercarme a ver qué era pude comprobar que se trataba de un viejo nido en el que ponen sus huevos. No puedo afirmar que corresponda a esta especie, pero sirve como ejemplo para hacernos una idea.

Filo: Arthropoda / Subfilo: Hexapoda / Clase: Insecta / Orden: Mantodea / Familia: Tarachodidae / Subfamilia: Tarachodinae.

Nombre científico: Iris oratoria (Linnaeus, 1758).

Nombre popular: Mantis mediterránea.

Las hembras pueden alcanzar hasta 6’5 cm. de longitud y son más grandes que los machos. El tórax es muy alargado, estando coronado por una cabeza triangular que es capaz de girar 180 grados y de la que salen dos largas antenas filiformes. Está dotada de dos fuertes patas delanteras cubiertas de dos filas de espinas, que además de darle nombre debido a su parecido con una persona en actitud de estar rezando, le sirven para cazar y sujetar el alimento.

En los machos las alas cubren la totalidad del abdomen mientras que en las hembras no llegan a taparlo completamente. Cuando despliegan las alas quitinosas exteriores dejan al descubierto las alas membranosas interiores que presentan un gran colorido. Este despliegue lo realizan en actitud defensiva cuando se sienten amenazadas, a la vez que levantan las patas.

Una particularidad única de la especie es que sólo posee un oído, el cual no esta situado en la cabeza, sino en la espalda. En la cabeza presenta dos grandes ojos compuestos a cada lado y entre medias tres ocelos simples más pequeños.

Durante su vida adulta realizan varias mudas y su color tiene que ver con el hábitat del lugar donde hizo la última. Variará del verde a los amarillos y colores pardos predominantes en la zona, con objeto de camuflarse mejor.

Los individuos de esta especie son solitarios y sólo se podrán ver juntos durante la etapa reproductiva al llegar el otoño, siendo frecuentes las luchas entre machos que normalmente acaban con la muerte del más débil.

Otro mito que no es cierto sobre esta especie, es la afirmación que las hembras durante el apareamiento se comen siempre a los machos. Si bien es cierto que esta conducta sí se produce, no se puede afirmar que sea generalizada. En caso de hacerlo empezará por la cabeza y continuará con el resto de partes del cuerpo que no afecten a la reproducción.

Después de quedar fecundada buscará un lugar donde hacer el nido, llamado ooteca, y realizar la puesta. Para ello segregará una sustancia espumosa sobre la que los pondrá, la cual luego se endurece al secarse, protegiéndolos.

Al llegar la primavera saldrán las crías que tienen la misma forma que los individuos adultos. En ellas es frecuente el canibalismo, comiendo las primeras que nacen a sus hermanas menos madrugadoras.

Como hemos dicho se alimenta de insectos que caza al acecho, aunque ocasionalmente también de pequeños vertebrados, los cuales son capturados con un rápido movimiento de sus patas delanteras. Es tan rápido que casi es imperceptible.

Un dato muy curioso de esta especie, es que en ausencia de machos las hembras pueden reproducirse igualmente, si bien de los huevos no fertilizados sólo saldrán hembras.