Milax nigricans (Schultz in Philippi, 1836) – BABOSA pequeña

A los aficionados a las plantas, a los que tenemos huerto, a los agricultores, a los floristas, etc., no son unos bichejos que nos gusten mucho. Pero que se va a hacer, también tienen derecho a la vida y en pequeña escala tampoco es que el daño que causen sea muy elevado.

Como a sus primos los caracoles, parece que les gusta la nocturnidad y con alevosía asaltan nuestras verduras y plantas. Buena ocasión para a la luz de las linternas darles caza y trasladarlos a otro lugar, a ser posible lo más alejado que podamos, no vaya a ser que regresen. Recuerdo a mi querido padre organizando excursiones nocturnas con mis hijas por la huerta y por el jardín de la casa del pueblo. Tenían que prepararse bien porque como su nombre indica no dejan de ser babosas y no se pueden coger a la ligera si no quiere uno pringarse los dedos. Así que además del bote para guardarlas y las linternas, había que armarse de guantes y cogerlas con las tenazas de la lumbre. De lo que no estoy tan seguro es que fueran trasladadas a otro sitio como decían las niñas que les había dicho el abuelo…

No puedo asegurar que este ejemplar sea exactamente el citado, ya que en su género hay otra especie que se llama Milax gagates y son sumamente parecidos, y para que la identificación sea completamente correcta hay que diseccionar al animalico y mirar el aparato reproductor y no va a ser el caso. Así que en base a las características externas vamos a darlo por bueno y si no es uno, pues ya sabemos que sólo puede ser el otro.

Filo: Mollusca / Clase: Gastropoda / Superorden: Heterobranchia / Superfamilia: Parmacelloidea / Familia: Milacidae

Estas pequeñas babosas alcanzan hasta 7’5 cm. de longitud y 1 cm. de ancho.

Se diferencian de las babosas de la familia Limacidae por tener una cresta dorsal desde el pie hasta el manto, que es la parte central del cuerpo, algo más abombada y por la capacidad de estirar el cuello más allá de este.

Exteriormente se diferencia de Milax gagates en que son algo más grandes y que la coloración gris negruzca, que es común en ambas especies, es más acentuada en Milax nigricans. La diferencia clave radica en que el órgano estimulador del aparato reproductor es más ancho en la base, con papilas en su cara interna, mientras que en Milax gagates las papilas son pequeñas y están en el extremo.

Los juveniles presentan color amarillento, evolucionando hacia grisáceo y posteriormente a negro en estado adulto. La baba es incolora.

Los apareamientos tienen lugar desde la primavera al otoño y durante la cópula ambas babosas juntan tan estrechamente los genitales que estos no son visibles, durando las mismas más de doce horas. Depositan los primeros huevos en tierra húmeda entre 5 y 15 días después (unos 20 por puesta, hasta un máximo de 100 huevos por individuo, muy pequeños y de color blanco), los cuales eclosionan tras 25 ó 30 días. Parece ser que la autofecundación también es posible. Estás babosas sólo se reproducen una vez, muriendo cuando han llevado a cabo esta labor. La madurez sexual la alcanzan tras 4 o 5 meses.

Se alimentan de material vegetal, tanto fresco como en descomposición, ingiriendo también partículas minerales del suelo.

Se encuentran bajo piedras, troncos y hojarasca en zonas húmedas, siendo frecuente también hallarlos enterrados o semienterrados bajo tierra húmeda.

Anas platyrhynchos Linnaeus, 1758 – ANADE REAL O AZULON

Dando un paseo por la orilla del río Duero a su paso por Zamora, me he encontrado con un grupo formado por una docena de ejemplares de esta especie, tanto machos como hembras. Los machos son coquetos y elegantes como ellos solos, da gusto verlos con esos colores tan llamativos, en contraste con la coloración más camuflada de las hembras y el comportamiento algo más huidizo. Aunque la verdad es que se ve que están muy hechos al contacto humano, no tanto como para acercarnos a tocarlos, pero sí lo suficiente para no salir volando nada más vernos. He estado entretenido un buen rato mirándolos, viendo cómo se perseguían, cómo pegaban vuelos cortos, cómo iban y venían, como si estuvieran jugando. Igual es lo que estaban haciendo. Lo que me ha costado un poco más es hacerles la foto, no paraban quietos.

Este colorido que tienen es el llamado plumaje nupcial o de apareamiento, que presentan desde septiembre hasta principios del verano y que lo describo más abajo. El resto del tiempo tienen una coloración similar a la de las hembras, tal vez para mimetizarse mejor durante la época de crianza.

Me han recordado, no obstante son sus antepasados directos y de ellos provienen, a aquellas parejitas de patitos que año tras año comprábamos antes de irnos a pasar el verano en el pueblo, uno amarillo y otro negro. Claro que aquellos no llegaban a volar nunca, pero si le estropeaban el agua a las gallinas de los abuelos, que si ya se endemoniaban cada vez que nos veían llegar con ellos, no os cuento la de juramentos que nos caían cuando la liaban con los bebederos. Y es que daba igual ponerles una bañera con agua, allí donde había agua limpia, allí tenían que ir a meter el pico. Eso sí, listos no podían ser más, cuando por la tarde llegaba la hora de bajarlos al río, ya estaban preparados un rato antes. Sacarlos del agua para subir a casa ya era otra cosa, pero una vez conseguido, venían detrás como perricos. Recuerdo que algunos hasta bajaban y subían solos.

Filo: Chordata / Clase: Aves / Orden: Anseriformes / Familia: Anatidae

Los machos pueden llegar a medir hasta 60 cm. de longitud, alcanzando una envergadura alar de 95 cm. y 1’5 Kg. de peso. Las hembras son más pequeñas que los machos.

El plumaje de la cabeza y cuello del macho es de color verde brillante con irisaciones, bajo los cuales presenta un estrecho collar blanco. El pecho es castaño, el dorso parduzco y el vientre gris. La parte trasera de color negro, resalta sobre los extremos blancos de las plumas rectrices (últimas plumas del ala). El pico es amarillo con la uña negra y las patas poseen una coloración anaranjada. En su coloración destacan, por un lado, las dos plumas negras y rizadas que presentan sobre la cola, y por otro, el espejuelo del centro de las alas, de una tonalidad azul violácea.

Las plumas de las hembras son de color moteado, en las que tan solo resalta en el centro de las alas el espejuelo azulado. El pico es más oscuro que el del macho, oscilando del naranja manchado al pardo negruzco. Los jóvenes muestran gran parecido con las hembras, aunque la tonalidad general es algo rojiza.

Se alimenta principalmente de plantas acuáticas, insectos, gusanos, moluscos, pequeños peces, hierba, brotes de plantas e incluso bellotas.

El periodo reproductivo comienza a partir del mes de febrero, teniendo lugar un cortejo a base de una compleja muestra de posturas, batir de alas, giros y sacudidas de la cabeza, estiramiento de la cola y golpeteo del agua con el pico, todo ello acompañado de silbidos y graznidos. Una vez formada la pareja, la hembra acondiciona un nido con ramitas, hierba, hojas y plumón; normalmente oculto cerca del agua, aunque a veces pueden localizarse en zonas alejadas, como resquicios de rocas, huecos de árboles o campos de cereal. En él, más o menos por el mes de abril, la hembra deposita hasta 13 huevos, cuya coloración varía entre verdosa, beis y azulada. La incubación dura unos 28 días después de la puesta del último huevo, tras la cual eclosionan a la vez los pollos cubiertos de un suave plumón oscuro con manchas amarillentas. Estos son capaces de nadar y bucear a las pocas horas de vida y desde ese momento siguen a su madre en busca de alimento, empezando a volar a los 2 meses.

Está distribuido por toda la península Ibérica donde es un ave muy común, aumentando la población en invierno con la llegada de los ejemplares migratorios procedentes del norte de Europa.

Aiolopus strepens (Latreille, 1804) – SALTAMONTES

Cada vez que veo un saltamontes no puedo evitar acordarme de la popular serie de dibujos animados “La abeja Maya”, y en concreto de uno de sus principales protagonistas, el saltamontes Flip, que se pasaba la vida protegiendo a la dulce abejita. ¡Recuerdos de la niñez! Pero como todo en los niños, además de la parte buena, está la mala o la peor. Y pobrecitos saltamontes, que había que ir a pescar al arroyo del pueblo, pues a por un puñado de saltamontes que era un buen cebo, no siempre se iban a poner lombrices, había que variar; que uno no sabía en qué gastar el tiempo, rápidamente se organizaba una expedición a ver quién cogía más cantidad, o el de mayor tamaño, o el más verde, o el más marrón, o uno supervenenoso con aguijón… Luego estaba también la parte científica, un saltamontes en un bote de cristal era un buen tema de estudio, claro está, si no te olvidabas de él. Gracias a Dios, el aburrimiento hacía que la mayor parte volvieran a pastar libremente por los herbazales. La cosa era coger saltamontes, y no era precisamente una tarea fácil, se precisaba una buena combinación de buena vista, sigilo, habilidad y rapidez. Tener una buena vista es imprescindible ya que debido a su coloración se camuflan muy bien, tanto cuando están quietos, como cuando se mueven, pues hay que ver donde caen. A mí personalmente no se me daba nada mal. Este ejemplar de la fotografía se acercó hasta la fachada de mi casa en el pueblo, pertenece a una de las especies más abundantes que hay en la Península Ibérica y esto es lo que he descubierto sobre ellos.

Filo: Arthropoda / Subfilo: Hexápoda / Clase: Insecta / Orden: Orthoptera / Suborden: Caelifera / Superfamilia: Acridoidea / Familia: Acrididae / Subfamilia: Oedipodinae

Las hembras llegan a medir hasta 4 cm., los machos un poco menos. La coloración general suele ser verdosa o marrón, pero las tibias posteriores siempre son rojas. Se diferencia del único compañero de su género (A. thalassinus) por tener el fémur posterior más grueso y más corto. Las alas delanteras son de color oscuro con manchas claras y las alas verdaderas que se encuentran tras éstas, son de color verde azulado, con el ápice y gran parte del margen posterior de color ahumado.

Se alimentan principalmente de gramíneas, aunque también se ha observado que incluyen en su alimentación brezos. Con sus antenas, que están dotadas de papilas gustativas, analizan el alimento, el cual si es de su agrado es triturado con sus poderosas mandíbulas.

Su respiración es traqueal, esto es, a través de los múltiples espiráculos que tienen repartidos a lo largo del cuerpo, ya que carecen de pulmones.

Los adultos en el mes de noviembre hibernan, empezándose a mostrar activos en febrero. Con la llegada de la primavera comienza la etapa reproductora. La cópula es larga y puede durar más de un día. A continuación las hembras ponen entre 10 y 60 huevos en el suelo, entre plantas o materia en descomposición, los cuales eclosionan a la primavera siguiente. Al nacer ya son iguales que los adultos, aunque no tienen desarrolladas ni las alas ni el sistema reproductor. Pueden llegar a realizar dos puestas en el año.

No vuelan mucho, sólo cuando se juntan grandes cantidades, liberan las feromonas que activan el crecimiento de las alas y la conducta migratoria, desplazándose a nuevos lugares, bien en busca de nuevos recursos alimenticios, bien en busca de nuevos espacios sin tanta población.

Messor barbarus (Linnaeus, 1767)

Mi experiencia con las hormigas comenzó hace unos cuantos años, cuando un día traje tierra a casa para poner un bulbo en una maceta. Al rato todo el borde estaba lleno de hormigas. Con paciencia y un pincel, las metí en un bote con tierra y les eché unos trozos de galleta. Como no los tocaban me puse a investigar y descubrí todo un mundo. Tanto, que hoy puedo decir que estoy orgulloso de ser miembro de la Asociación Ibérica de Mirmecología y saber que no todas las hormigas son iguales, ni comen lo mismo y que en la Península Ibérica contamos con más de 300 especies.

Esta especie es la principal artífice en conseguir que, los días calurosos después de las primeras lluvias otoñales, veamos nuestras ciudades y pueblos llenos de hormigas voladoras. Millones de ellas abandonan los hormigueros para realizar efímeros vuelos nupciales, tras los cuales los machos morirán brevemente y las hembras, como la de la fotografía, se arrancarán las alas y buscarán un lugar donde esconderse, o excavarán un agujero en el suelo donde empezarán a fundar su colonia. Estas hembras que habrán quedado fecundadas de por vida, ya no necesitarán volver a aparearse, dejan de ser princesas para convertirse en reinas. Allí permanecerán hibernando hasta la primavera siguiente, momento en que pondrán los primeros huevos, de los que saldrán larvas que alimentarán con sus reservas hasta que se conviertan en hormigas y empiecen a cuidarla a ella como a eso, como a una reina.

A esta especie de hormiga seguramente todos la habremos estado mirando mil veces, aunque no supiéramos que se llamaba así, o le habremos echado migas de pan en parques y jardines o en el campo, pues es la constructora de esas interminables autopistas llenas de hormigas transportando semillas hasta el hormiguero, algunas de ellas con la cabeza muy grande y roja. ¡A qué ya sabéis de cuáles estoy hablando!

Si me permitís un consejo y no sabéis que regalo hacerle a un niño, un hormiguero con esta especie es una idea muy educativa, tanto en los cuidados como en la fabricación. Y si no sabéis como empezar, suscribiros al blog y mandarme un mensaje desde el apartado contacto que no tendré inconveniente ninguno en indicaros e incluso enviaros una reina.

 

Filo: Arthropodad / Subfilo: Hexapoda / Clase: Insecta / Orden: Hymenoptera / Suborden: Apocrita / Sección: Aculeata / Superfamilia: Vespoidea / Familia: Formicidae / Subfamilia: Myrmicinae.

Tienen dos segmentos aislados (peciolo y pospeciolo), separando el tórax y el abdomen. Sus mandíbulas son triangulares y están dentadas en el borde masticador. Los ojos son ovalados.

Las reinas miden alrededor de 13 mm., los machos 8 y las obreras entre 4 y 12. Estas obreras presentan dos castas distintas y bien diferenciadas, las majors que son auténticas cabezonas con la cabeza de color rojizo y las minors, las más pequeñas, aunque también hay tamaños intermedios. También las reinas pueden tener la cabeza rojiza, siendo el resto del cuerpo de color negro.

Son principalmente granívoras, alimentándose también de insectos para obtener proteínas. A las semillas cuando las llevan al hormiguero les cortan el órgano germinador y las almacenan en verdaderos graneros. Para alimentarse vierten sus jugos sobre ellas y las mastican haciendo una papilla, que es de la que se alimentan, tanto ellas como las larvas.

Esta especie solo tiene una reina por hormiguero, la cual como dije antes, tras enterrarse permanecerá en el nido madurando los órganos ponedores hasta la primavera, cuando realizará su primera puesta. Durante este tiempo sólo se alimentará de los músculos alares y de las reservas de grasa. Al principio sólo habrá obreras minors, aumentando el tamaño de las obreras a medida que va creciendo el hormiguero, hasta la aparición de las grandes cabezonas cuando este ya esté consolidado, los cuales llegan a tener miles de individuos.

Además de comunicarse mediante la emisión de feromonas como todas las hormigas, cuentan con un órgano estridulador que emite sonidos, orientándose también con la posición de sol, el cual hacen reflejar sobre ellas para orientar a las demás. Todos estos medios son muy importantes a la hora de mostrar a las demás las nuevas fuentes de alimentos y el camino para llegar a ellas.

Son muy frecuentes en verano las grandes luchas entre hormigueros, produciéndose verdaderas matanzas que suelen finalizar con la aniquilación de uno de ellos. 

Tarentola mauritanica (Linnaeus, 1758) – SALAMANQUESA COMÚN

Paseando por los extrarradios del bosque de Valorio en Zamora he visto muchos ejemplares de esta especie. Hay que fijarse detenidamente porque a simple vista no se ven, se camuflan muy bien en las rocas de arenisca y cuando las detectas, de lentas no tienen nada. Este ejemplar salió a calentarse una soleada, que no cálida, tarde de invierno. Igual buscaba alimento, a saber. Pero no hace falta irse muy lejos para ver a estos curiosillos reptiles. Su actividad está muy ligada a la nuestra y se pueden ver en paredes y tapias, cerca de farolas o fuentes de luz, al acecho de los insectos que se acerquen y les puedan servir de alimento. Y cuanta más alta sea la temperatura, más fácilmente nos podremos encontrar con ellas. Lo que sí es curioso es que son unas “spidermans” de la naturaleza, no hay vertical que se les resista, incluso boca abajo pueden moverse sin ningún problema correteando detrás de bichejos por los techos. Algunas creencias ancestrales las calificaban de venenosas, incluso se decía que si una te escupía se te caía el pelo, pero no es cierto y no presenta ningún riesgo para el ser humano, más bien todo lo contrario, son unas eficaces insecticidas. Y si fuera cierto, que gran ruina para los negocios depilatorios tan de moda hoy en día.

Filo: Chordata / Infrafilo: Gnathostomata – Vertebrata / Clase: Reptilia – Sauropsida / Orden: Squamata / Infraorden: Gekkota / Familia: Phylodactylidae

Alcanzan los 16 cm. de longitud, incluyendo la cola. Los machos pueden pesar unos 12 g. y las hembras algo menos. Son de color gris pardo a gris amarillo, aunque cambian de color para adaptarse al entorno. Su complexión es robusta, con cabeza y cuerpo aplanados. La cabeza es ancha y ligeramente triangular acabada en un hocico redondeado, coronada con unos prominentes ojos grises con pupilas verticales, que se dilatan mucho en la oscuridad para tener una mejor visión. Las hembras tienen la cabeza comparativamente mayor con respecto al cuerpo que los machos y los dedos 1º, 2º y 5º retráctiles. El dorso está cubierto de escamas, presentando hileras de tubérculos que le dan un aspecto rugoso. La cola es larga y similar al dorso, con bandas de distintos tonos, de la cual se pueden desprender cuando se sienten en peligro, ya que se regenera sola, aunque tras ello presenta un aspecto más liso. Las patas son cortas con los dedos bien marcados y aplanados, provistos de laminillas de succión y cerdas microscópicas que le permiten adherirse a superficies verticales. Solo tienen uñas en los dedos 3º y 4º, lo que la diferencia de la salamanquesa rosada.

Es de hábitos crepusculares o nocturnos, aunque buscan el sol matinal para calentarse, permaneciendo ocultas el resto del tiempo.

Se alimentan de insectos, arácnidos e incluso larvas de insectos.

Gusta de hábitats no excesivamente fríos, adecuadamente expuestos al sol y con refugios, como roquedos y troncos de árboles. Evita los bosques cerrados, pero sí se encuentra en zonas arbustivas de baja densidad.

Durante el celo, que tiene lugar en la primavera, los machos realizan llamadas para atraer la atención de las hembras (similares a los chillidos del ratón). Durante el apareamiento el macho muerde el vientre de la hembra para sujetarla. Luego la hembra deposita unos pocos huevos (generalmente 1 ó 2) en grietas, bajo rocas o cavidades de árboles, que eclosionan a las pocas semanas o tras varios meses, aunque lo general es un periodo de incubación de unas 14 semanas. Los huevos son blancos y pegajosos para adherirse a la superficies, endureciéndose con el tiempo, hasta que eclosionan, saliendo las pequeñas salamanquesas que miden entre 4 y 6 cm., incluida la cola. Las hembras pueden llegar a realizar 3 puestas al año.

Imagen tomada por Miriam García y Luis Miguel Gullón, el 27-05-2018, en una persiana metálica de una tienda bajo una farola, en casco urbano de Zamora.