Bella perennis Linnaeus, 1753 – MARGARITA

Tiendo a asociar la presencia de flores con el buen tiempo. Encontrar estas florecillas en pleno mes de enero viene a mostrarme mi error y ya de paso a alegrar la vista y el recuerdo.

Cuántas margaritas deshojadas por culpa de nuestros primeros amores y de sus supuestas propiedades proféticas ¿Me quiere? ¿No me quiere? Y cuántas simplemente jugando por jugar, siguiendo el típico soniquete imitando a los mayores, o para hacer maravillosos collares, pulseras y cintas para el pelo. El mal que se hacía no es que fuera muy grande, ya que si no es la que más, es una de las flores más abundantes de nuestros campos, prados y jardines.

Esta la he encontrado en una de las parcelas de césped del parque que hay debajo de donde vivo, pero en ese mismo lugar durante la primavera pasada, florecieron de tal manera, que sólo se veía blanco como consecuencia de su abundancia. Estuvo precioso hasta que apareció uno de los jardineros con el cortacésped, no tuvo corazón. Quizás no las vio con el madrugón que se pegó y por añadidura nos hizo pegar a todos. Así que no me extraña que vendan sus semillas para sembrarlas entre el césped porque el contraste que hacen es muy bonito. Además son muy resistentes a la siega y rebrotan rápidamente.

Lo que no esperaba de esta planta es que tuviera la gran cantidad de facultades medicinales que posee, porque buscando información sobre ella me he enterado que tiene propiedades antitusivas, expectorantes, diuréticas, cicatrizantes y que incluso se usa para controlar la presión arterial. Además, las hojas frescas, parece ser que se pueden comer en ensalada, aunque su sabor debe ser muy ácido. Así que estamos ante una mil usos, ¿quién lo iba a decir?

División: Magnoliophyta / Clase: Magnoliopsida / Orden: Asterales / Familia: Compositae

También se la conoce como chiribita, chirivía, pascueta, vellorita o maya, entre otros muchos nombres, y para muchas personas es símbolo de pureza, inocencia, nuevo comienzo, alegría…

Es una planta de hoja perenne que alcanza hasta los 20 cm. de altura, teniendo en cuenta la floración. Sus hojas son de color verde, crecen en una roseta apretada a ras de suelo y tienen forma oblongo-espatulada.

Las flores miden alrededor de 2 cm. de diámetro y crecen sobre un tallo floral sin hoja. Tienen un disco floral amarillo rodeado de pétalos blancos, que en ocasiones suelen estar teñidos de color púrpura, sobre todo en los extremos. Florece desde mediado el invierno hasta bien entrada la primavera, necesitando frío invernal para que la floración sea abundante. De ellas sólo se obtiene un único fruto por flor.

Prefieren zonas de sol alternado con semisombra, pero se dan perfectamente con sol directo e incluso en zonas de sombra.

Milax nigricans (Schultz in Philippi, 1836) – BABOSA pequeña

A los aficionados a las plantas, a los que tenemos huerto, a los agricultores, a los floristas, etc., no son unos bichejos que nos gusten mucho. Pero que se va a hacer, también tienen derecho a la vida y en pequeña escala tampoco es que el daño que causen sea muy elevado.

Como a sus primos los caracoles, parece que les gusta la nocturnidad y con alevosía asaltan nuestras verduras y plantas. Buena ocasión para a la luz de las linternas darles caza y trasladarlos a otro lugar, a ser posible lo más alejado que podamos, no vaya a ser que regresen. Recuerdo a mi querido padre organizando excursiones nocturnas con mis hijas por la huerta y por el jardín de la casa del pueblo. Tenían que prepararse bien porque como su nombre indica no dejan de ser babosas y no se pueden coger a la ligera si no quiere uno pringarse los dedos. Así que además del bote para guardarlas y las linternas, había que armarse de guantes y cogerlas con las tenazas de la lumbre. De lo que no estoy tan seguro es que fueran trasladadas a otro sitio como decían las niñas que les había dicho el abuelo…

No puedo asegurar que este ejemplar sea exactamente el citado, ya que en su género hay otra especie que se llama Milax gagates y son sumamente parecidos, y para que la identificación sea completamente correcta hay que diseccionar al animalico y mirar el aparato reproductor y no va a ser el caso. Así que en base a las características externas vamos a darlo por bueno y si no es uno, pues ya sabemos que sólo puede ser el otro.

Filo: Mollusca / Clase: Gastropoda / Superorden: Heterobranchia / Superfamilia: Parmacelloidea / Familia: Milacidae

Estas pequeñas babosas alcanzan hasta 7’5 cm. de longitud y 1 cm. de ancho.

Se diferencian de las babosas de la familia Limacidae por tener una cresta dorsal desde el pie hasta el manto, que es la parte central del cuerpo, algo más abombada y por la capacidad de estirar el cuello más allá de este.

Exteriormente se diferencia de Milax gagates en que son algo más grandes y que la coloración gris negruzca, que es común en ambas especies, es más acentuada en Milax nigricans. La diferencia clave radica en que el órgano estimulador del aparato reproductor es más ancho en la base, con papilas en su cara interna, mientras que en Milax gagates las papilas son pequeñas y están en el extremo.

Los juveniles presentan color amarillento, evolucionando hacia grisáceo y posteriormente a negro en estado adulto. La baba es incolora.

Los apareamientos tienen lugar desde la primavera al otoño y durante la cópula ambas babosas juntan tan estrechamente los genitales que estos no son visibles, durando las mismas más de doce horas. Depositan los primeros huevos en tierra húmeda entre 5 y 15 días después (unos 20 por puesta, hasta un máximo de 100 huevos por individuo, muy pequeños y de color blanco), los cuales eclosionan tras 25 ó 30 días. Parece ser que la autofecundación también es posible. Estás babosas sólo se reproducen una vez, muriendo cuando han llevado a cabo esta labor. La madurez sexual la alcanzan tras 4 o 5 meses.

Se alimentan de material vegetal, tanto fresco como en descomposición, ingiriendo también partículas minerales del suelo.

Se encuentran bajo piedras, troncos y hojarasca en zonas húmedas, siendo frecuente también hallarlos enterrados o semienterrados bajo tierra húmeda.

Anas platyrhynchos Linnaeus, 1758 – ANADE REAL O AZULON

Dando un paseo por la orilla del río Duero a su paso por Zamora, me he encontrado con un grupo formado por una docena de ejemplares de esta especie, tanto machos como hembras. Los machos son coquetos y elegantes como ellos solos, da gusto verlos con esos colores tan llamativos, en contraste con la coloración más camuflada de las hembras y el comportamiento algo más huidizo. Aunque la verdad es que se ve que están muy hechos al contacto humano, no tanto como para acercarnos a tocarlos, pero sí lo suficiente para no salir volando nada más vernos. He estado entretenido un buen rato mirándolos, viendo cómo se perseguían, cómo pegaban vuelos cortos, cómo iban y venían, como si estuvieran jugando. Igual es lo que estaban haciendo. Lo que me ha costado un poco más es hacerles la foto, no paraban quietos.

Este colorido que tienen es el llamado plumaje nupcial o de apareamiento, que presentan desde septiembre hasta principios del verano y que lo describo más abajo. El resto del tiempo tienen una coloración similar a la de las hembras, tal vez para mimetizarse mejor durante la época de crianza.

Me han recordado, no obstante son sus antepasados directos y de ellos provienen, a aquellas parejitas de patitos que año tras año comprábamos antes de irnos a pasar el verano en el pueblo, uno amarillo y otro negro. Claro que aquellos no llegaban a volar nunca, pero si le estropeaban el agua a las gallinas de los abuelos, que si ya se endemoniaban cada vez que nos veían llegar con ellos, no os cuento la de juramentos que nos caían cuando la liaban con los bebederos. Y es que daba igual ponerles una bañera con agua, allí donde había agua limpia, allí tenían que ir a meter el pico. Eso sí, listos no podían ser más, cuando por la tarde llegaba la hora de bajarlos al río, ya estaban preparados un rato antes. Sacarlos del agua para subir a casa ya era otra cosa, pero una vez conseguido, venían detrás como perricos. Recuerdo que algunos hasta bajaban y subían solos.

Filo: Chordata / Clase: Aves / Orden: Anseriformes / Familia: Anatidae

Los machos pueden llegar a medir hasta 60 cm. de longitud, alcanzando una envergadura alar de 95 cm. y 1’5 Kg. de peso. Las hembras son más pequeñas que los machos.

El plumaje de la cabeza y cuello del macho es de color verde brillante con irisaciones, bajo los cuales presenta un estrecho collar blanco. El pecho es castaño, el dorso parduzco y el vientre gris. La parte trasera de color negro, resalta sobre los extremos blancos de las plumas rectrices (últimas plumas del ala). El pico es amarillo con la uña negra y las patas poseen una coloración anaranjada. En su coloración destacan, por un lado, las dos plumas negras y rizadas que presentan sobre la cola, y por otro, el espejuelo del centro de las alas, de una tonalidad azul violácea.

Las plumas de las hembras son de color moteado, en las que tan solo resalta en el centro de las alas el espejuelo azulado. El pico es más oscuro que el del macho, oscilando del naranja manchado al pardo negruzco. Los jóvenes muestran gran parecido con las hembras, aunque la tonalidad general es algo rojiza.

Se alimenta principalmente de plantas acuáticas, insectos, gusanos, moluscos, pequeños peces, hierba, brotes de plantas e incluso bellotas.

El periodo reproductivo comienza a partir del mes de febrero, teniendo lugar un cortejo a base de una compleja muestra de posturas, batir de alas, giros y sacudidas de la cabeza, estiramiento de la cola y golpeteo del agua con el pico, todo ello acompañado de silbidos y graznidos. Una vez formada la pareja, la hembra acondiciona un nido con ramitas, hierba, hojas y plumón; normalmente oculto cerca del agua, aunque a veces pueden localizarse en zonas alejadas, como resquicios de rocas, huecos de árboles o campos de cereal. En él, más o menos por el mes de abril, la hembra deposita hasta 13 huevos, cuya coloración varía entre verdosa, beis y azulada. La incubación dura unos 28 días después de la puesta del último huevo, tras la cual eclosionan a la vez los pollos cubiertos de un suave plumón oscuro con manchas amarillentas. Estos son capaces de nadar y bucear a las pocas horas de vida y desde ese momento siguen a su madre en busca de alimento, empezando a volar a los 2 meses.

Está distribuido por toda la península Ibérica donde es un ave muy común, aumentando la población en invierno con la llegada de los ejemplares migratorios procedentes del norte de Europa.

Boletus edulis Bulliard, 1782 – BOLETO

Para mi gusto este uno de los hongos más sabrosos que hay, así que ir a buscarlos es un doble placer, cogerlos y comerlos. Por desgracia este año no ha sido una buena temporada debido a la escasez de lluvias. Me acuerdo la primera vez que salí a por ellos, fue el primer año que empezaron a comprarlos en el pueblo, allá por la década de los 80. Alucinábamos que pagaran más de 1.000 pesetas por un kilo, así que me pasaba todo el día por el campo. Era increíble que unos “setos” a las que nunca habíamos mirado, de repente estuvieran tan solicitados. Además fue una temporada buenísima.

A día de hoy donde más me gusta cogerlos es en los pinares, al principio no ves uno, pero poco a poco, como en todo, se va adquiriendo experiencia y ya no hace falta ni siquiera que haya emergido del manto de agujas secas, llegas a saber bajo que montículo hay uno, y menuda alegría te da cuando aciertas, ya no digo si es de primera. Me explico, de primera es que todavía no se ha vuelto amarillo por debajo, que cuando los vendíamos pasaban a ser de segunda y casi no tenían valor económico.

Una cosa que sí me parece muy curiosa es que cuando estás buscando y hay alguno cerca, o ha habido y lo han cogido poco tiempo antes, me viene su olor característico, que es muy agradable. Y no es precisamente que tenga el sentido del olfato muy desarrollado, porque también le pasa a mucha gente con la que he hablado del tema. Igual es que estando rodeado de aire puro se detectan mejor los olores, a saber.

Lo triste es, que como todo lo asociado al dinero, su mercado ha generado mucha especulación con la fluctuación de precios, nada se escapa a la ley de la oferta y la demanda, y a veces generan más ganancias para los intermediarios de su recogida que para los que se lo curran echando horas en el monte. No hay que olvidar los daños provocados al ecosistema con la explotación desmedida por cuadrillas con rastrillos y otras herramientas, que ni los jabalíes escarban tanto, así como las malas prácticas en su recogida, tanto arrancándolos de raíz como utilizando bolsas de plástico o recipientes herméticos que no permiten la caída de las esporas. Así que entre unas cosas y otras, se ha tenido que regular el tema de su recogida y comercio, y ya no es tan fácil como antes ponerse a recoger. Ahora hay que obtener permisos para determinadas zonas, así que es mejor enterarse bien antes de salir al campo dónde se puede ir y dónde no.

Lo bueno del tema es que su recogida ha generado muchos ingresos para nuestras pobres zonas rurales, tan desfavorecidas y olvidadas. Y no sólo la recogida, también la parte culinaria ha supuesto un impulso para los establecimientos dedicados a la restauración, tanto en el día a día como plato típico de la zona, como en la organización de múltiples jornadas gastronómicas micológicas, cada vez más frecuentes. La verdad es que dan mucho juego, ya que se pueden comer tanto crudos en ensaladas como cocinados, solos o para guarnición de otros platos. Asimismo hay que mencionar la vida que le han dado a las casas rurales y demás establecimientos hoteleros, beneficiados también con la llegada de muchos turistas atraídos por el boom micológico.

División: Basidiomycota / Clase: Homobasidiomycetes / Orden: Boletales / Familia: Boletaceae

Cuando nace presenta un sombrero semiesférico, con el margen rodeando al pie, después adopta la habitual forma convexa, que puede llega a tener un diámetro de hasta 30 cm. Es de color marrón, más oscuro en el centro y frecuentemente difuminado hacia los bordes, donde llega a ser casi blanco. La cutícula es ligeramente viscosa, sobre todo en tiempo húmedo, característica que pierde con el tiempo.

Los tubos del himenio, la parte inferior del sombrero, son fácilmente separables de la carne e inicialmente blancos, volviéndose amarillos y posteriormente verdosos con la edad.

El pie llega a medir 20 cm. de largo y 8 cm. de diámetro. Es consistente y robusto, frecuentemente más engrosado en la parte media, sobre todo en los ejemplares jóvenes. Está decorado, sobre todo en su parte superior, con una retícula blanca que contrasta con el color avellana del fondo y se difumina en la parte baja del pie que es más claro.

La carne es espesa, blanca y tierna. Debajo de la cutícula adquiere un color rojizo y con el paso de los días adopta una consistencia esponjosa.

Aparece en primavera y desde finales de verano hasta final del otoño, bajo frondosas (hayas, robles o castaños) y bajo coníferas. Prefiere suelos ácidos. Suele crecer en grupos de varios ejemplares más o menos dispersos.

Aiolopus strepens (Latreille, 1804) – SALTAMONTES

Cada vez que veo un saltamontes no puedo evitar acordarme de la popular serie de dibujos animados “La abeja Maya”, y en concreto de uno de sus principales protagonistas, el saltamontes Flip, que se pasaba la vida protegiendo a la dulce abejita. ¡Recuerdos de la niñez! Pero como todo en los niños, además de la parte buena, está la mala o la peor. Y pobrecitos saltamontes, que había que ir a pescar al arroyo del pueblo, pues a por un puñado de saltamontes que era un buen cebo, no siempre se iban a poner lombrices, había que variar; que uno no sabía en qué gastar el tiempo, rápidamente se organizaba una expedición a ver quién cogía más cantidad, o el de mayor tamaño, o el más verde, o el más marrón, o uno supervenenoso con aguijón… Luego estaba también la parte científica, un saltamontes en un bote de cristal era un buen tema de estudio, claro está, si no te olvidabas de él. Gracias a Dios, el aburrimiento hacía que la mayor parte volvieran a pastar libremente por los herbazales. La cosa era coger saltamontes, y no era precisamente una tarea fácil, se precisaba una buena combinación de buena vista, sigilo, habilidad y rapidez. Tener una buena vista es imprescindible ya que debido a su coloración se camuflan muy bien, tanto cuando están quietos, como cuando se mueven, pues hay que ver donde caen. A mí personalmente no se me daba nada mal. Este ejemplar de la fotografía se acercó hasta la fachada de mi casa en el pueblo, pertenece a una de las especies más abundantes que hay en la Península Ibérica y esto es lo que he descubierto sobre ellos.

Filo: Arthropoda / Subfilo: Hexápoda / Clase: Insecta / Orden: Orthoptera / Suborden: Caelifera / Superfamilia: Acridoidea / Familia: Acrididae / Subfamilia: Oedipodinae

Las hembras llegan a medir hasta 4 cm., los machos un poco menos. La coloración general suele ser verdosa o marrón, pero las tibias posteriores siempre son rojas. Se diferencia del único compañero de su género (A. thalassinus) por tener el fémur posterior más grueso y más corto. Las alas delanteras son de color oscuro con manchas claras y las alas verdaderas que se encuentran tras éstas, son de color verde azulado, con el ápice y gran parte del margen posterior de color ahumado.

Se alimentan principalmente de gramíneas, aunque también se ha observado que incluyen en su alimentación brezos. Con sus antenas, que están dotadas de papilas gustativas, analizan el alimento, el cual si es de su agrado es triturado con sus poderosas mandíbulas.

Su respiración es traqueal, esto es, a través de los múltiples espiráculos que tienen repartidos a lo largo del cuerpo, ya que carecen de pulmones.

Los adultos en el mes de noviembre hibernan, empezándose a mostrar activos en febrero. Con la llegada de la primavera comienza la etapa reproductora. La cópula es larga y puede durar más de un día. A continuación las hembras ponen entre 10 y 60 huevos en el suelo, entre plantas o materia en descomposición, los cuales eclosionan a la primavera siguiente. Al nacer ya son iguales que los adultos, aunque no tienen desarrolladas ni las alas ni el sistema reproductor. Pueden llegar a realizar dos puestas en el año.

No vuelan mucho, sólo cuando se juntan grandes cantidades, liberan las feromonas que activan el crecimiento de las alas y la conducta migratoria, desplazándose a nuevos lugares, bien en busca de nuevos recursos alimenticios, bien en busca de nuevos espacios sin tanta población.