Pyrrhidium sanguineum (Linnaeus, 1758)

Llevaba toda la vida preguntándome qué clase de bichos serían los que comen la madera apilada en casa para quemar en la chimenea. Y es que llama la atención que cada vez que te acercas al montón de leña, es inevitable escuchar el ruido que hacen al masticarla. Lo máximo que había llegado a saber de ellos era que dejaban los troncos agujereados por doquier y que cuando se desprendía un trozo de corteza, había serrín a montones y a veces se veían unos surcos.

Además da igual la época del año que sea, es indiferente primavera, verano, otoño o invierno, el crick, crick, crick, es constante por la mañana, tarde o noche.

Lo que no esperaba es que fuera a descubrir quién era el responsable de estos ruidos por casualidad y menos dentro de casa. Hasta que un día por el suelo del salón vi que caminaba un bichejo de color rojo que me llamó mucho la atención y le hice unas cuantas fotografías. El bicho salió de unos troncos de roble que al llegar un viernes al pueblo, se dejaron en el suelo mientras se prendía la chimenea con leña más menuda, y quién sabe, igual viendo donde iba a ir a parar, inició la escapada hasta que fue sorprendido.

Un experto en este tipo de insectos me lo ha identificado amablemente y luego ya buscando información, la cuestión ha quedado clara. No se trataba de un insecto que se hubiera metido entre la madera buscando protección, si no que había surgido de ella, donde seguramente se había hecho adulto.

Aunque los responsables de hacer el ruido no son ellos, si no que son sus larvas que crecen en la madera, de la cual se alimentan hasta que se transforman en adultos. Tienen que tener unas mandíbulas tremendas, porque algunos troncos además de secos, son duros de roer a más no poder.

No debe ser un insecto que esté muy estudiado y del que se sepa mucho, ya que me ha costado bastante hallar información sobre él, siendo lo que escribo abajo lo más importante que he encontrado.

Filo: Arthropoda / Subfilo: Hexápoda / Clase: Insecta / Orden: Coleoptera / Suborden: Polyphaga / Infraorden: Cucujiformia / Superfamilia: Chrysomeloidea / Familia: Cerambycidae / Subfamilia: Cerambycinae / Tribu: Callidiini

De adultos miden entre 6 y 13 mm. Son de color negro o pardo, con la parte delantera del tórax y los élitros de un color rojo sangre muy brillante que los hace muy llamativos. Los élitros como ya he comentado alguna vez son las alas endurecidas que recubren el tórax, protegen las alas verdaderas y por consiguiente no sirven para volar. La cabeza es muy punteada y está recubierta, al igual que las patas y antenas, de pelos sedosos de color dorado. Las patas son cortas y robustas y las antenas alargadas y filamentosas.

Su ciclo biológico dura dos años. Los adultos vuelan en primavera, aproximadamente de marzo a mayo. Depositan los huevos en abedules, robles, castaños, hayas, e incluso árboles frutales, donde nacen las larvas que completan en ellos su ciclo biológico hasta transformarse en adultos.

Está extendido principalmente por la mitad oeste de la península ibérica. 

Coccinella septempunctata Linnaeus, 1758 – MARIQUITA DE 7 PUNTOS

Hace unos días por la mañana, mientras estaba realizando tareas de limpieza en el huerto, al arrancar unas ortigas una pequeña mariquita cayó al suelo. Hace años, como cientos de veces cuando era niño, la hubiera puesto en la mano y le hubiera empezado a cantar aquello de “mariquita de Dios, cuéntame los dedos y vuela hacia Dios”, hasta que hubiera salido volando. Algunas veces tanto las mareaba que recuerdo que echaban un líquido de color amarillo, no muy agradable por cierto, y claro, también salían volando.

En lugar de eso me he quedado observándola. La pobre al caminar por la tierra recién removida no hacía más que despeñarse. No es que el terreno estuviera muy desigual, pero para un bichito tan pequeño, a la pobre se le hacía un mundo poder avanzar. Al final, con mucho trabajo y tras un largo periplo, ha conseguido subirse a otra ortiga, trepar hasta la parte más alta y allí sí ha logrado abrir las alas e iniciar el vuelo. He grabado un vídeo, del que añado un vínculo debajo de la fotografía para que veáis un trozo de su odisea.

A mí siempre me han parecido muy simpáticas estas mariquitas, tan pequeñitas e indefensas. Siempre hay insectos que dan un poco de repelus, pero con ellas nunca ha sido el caso. No sé, son unos bichitos que además de ser bonitos, inspiran hasta cariño si me apuras un poco.

Una cosa importante es que nuestra amiga es una gran ayudante de agricultores y horticultores, ya que se alimenta exclusivamente de pulgones y cochinillas, tanto de larva como de adulta. No en vano, en muchos lugares es utilizada en la lucha biológica contra estas plagas, mediante la suelta de ejemplares procedentes de criaderos.

Para ver el vídeo de cómo consigue echar a volar pincha aquí

Filo: Arthropoda / Subfilo: Hexápoda / Clase: Insecta / Orden: Coleoptera / Suborden: Polyphaga / Infraorden: Cucujiformia / Superfamilia: Cucojoidea / Familia: Coccinellidae

No suelen medir más de 8 mm. y tienen un cuerpo ovalado y convexo. La parte delantera (cabeza y pronoto) es de color negro, presentando dos manchas blancas cada una. La parte trasera está cubierta por unos élitros (alas endurecidas) de color rojo, que es donde presenta los 7 puntos de color negro que le dan nombre, bajo ellos se encuentran las alas replegadas. Las antenas y las patas son también de color negro. Los machos se diferencian de las hembras en que tienen unas pequeñas pilosidades en el último segmento del abdomen.

Realizan dos puestas al año, de aproximadamente 400 huevos ovalados de color amarillento, que depositan bajo las hojas o en grietas. Las larvas cuando nacen ya demuestran ser muy voraces, pues inmediatamente empiezan a comer los huevos que no han nacido. Son de color gris o azulado, muy segmentadas, con espinas negras y manchas amarillas en los laterales. Durante esta etapa, que suele durar dos meses, mudan tres veces la piel, hasta que se transforman en pupas. La pupa es grisácea o negruzca, con márgenes blancos o anaranjados. Este es el estado en el que permanecerá estática, fijada a alguna superficie, mientras se transforma en el insecto adulto.

Araneus diadematus Clerck, 1757- ARAÑA DE LA CRUZ

Creo sin temor a equivocarme que esta es una de las arañas más bonitas que tenemos en la península ibérica, tanto por su coloración, como por los dibujos que presenta. Además hace unas preciosas telas de araña, grandes y redondeadas.

Esta fotografía la he hecho en el jardín de la casa del pueblo. Allí es relativamente bastante abundante y mucho me temo que la culpa es sólo mía. ¡Ay si mi madre supiera! Aunque me parece que de esta le va a quedar claro.

Pues resulta que cuando era pequeño e íbamos a la zona de las viñas de mi pueblo, se veían un montón por allí. A mí me gustaba bastante mirarlas, buscando los ejemplares más grandes y más coloridos, aunque confieso que tenía algo de miedo porque como eran tan grandes… Pero bueno, uno de esos días vi una que estaba gorda como un trullo, grandísima. Me armé de valor y la metí en un bote y para casa que la llevé. La estuve cuidando un tiempo, cazándole moscas y otros bichejos, hasta que consecuencia de la gordura puso un montón de huevos en un saquito, el cual cuidaba con esmero, y de esos huevos nacieron un montón de arañitas que llevaba sobre la espalda.

Fueron pasando los días y al mirar más detenidamente me di cuenta que la araña se había muerto, y que tal vez las hijas se estaban comiendo a la madre. Entonces quiso el destino que al abrir el bote, este se cayera y aquello fuera una estampida de minúsculas arañitas en todas direcciones, parecía la marabunta. La cosa es que allí nos quedamos solos lo que quedaba de la araña y yo.

Desde entonces cada vez que las veo por el jardín, tengo la completa seguridad que su presencia allí no es debida al azar y no puedo olvidar una de las muchas hazañas infantiles que llevé a cabo. Que se va a hacer, son bonitas y no molestan. Mi madre pone flores y arbustos, y yo arañas.

Sin embargo estos días de atrás buscando información sobre ellas, parece ser que es una araña muy abundante, de hecho también se llama araña de jardín, motivado por su gran presencia en estos lugares. Pero estoy seguro que por allí no se veían antes de que llevara la mía. No es una araña que pase desapercibida para no ser vista como veréis.

Filo: Arthropoda / Subfilo: Chelicerata / Clase: Arachnida / Orden: Araneae / Familia: Araneidae.

Las hembras pueden llegar a medir 2’5 cm. y los machos 1’3, algo menores por tanto.

Presentan una coloración variable que va desde el pardo oscuro hasta el amarillo claro. En la espalda tienen unos puntos de color blanco o amarillento, formando los más grandes una especie de cruz. Estos puntos están dentro de una zona más oscura, que es del mismo color que los laterales.

Las dos patas delanteras son más largas y están dotadas de multitud de sensores para detectar las vibraciones. El tercer par de patas es más corto y con ellas colocan la seda en la teleraña y en las presas.

Cada noche devora la seda de su telaraña con los insectos que hayan caído en ella, volviendo a construirla a continuación.

Para aparearse el macho se acerca a la hembra muy despacio para no ser devorado, cosa que no siempre consigue. Tras el apareamiento la hembra deposita los huevos en un capullo, muriendo poco después.

La picadura de esta araña, salvo personas alérgicas, no provoca más que una leve hinchazón, por tanto mi miedo era injustificado.

Lepista glaucocana (Bres.) Singer, 1951 – LEPISTA BLANQUIAZUL

He encontrado esta seta en un pinar de un parque de Zamora. No sé si será una especie de ciudad o es otro fruto del desplazamiento poblacional desde las zonas rurales hacia las grandes urbes. Ahora ya hablando en serio, se trata de un pequeño pinar con pinos ya bastante grandecitos que tiene un manto de hojarasca bastante curioso, situado sobre una ladera en una zona de sombra que en invierno casi no ve directamente los rayos de sol, para ser exactos habría que decir que los días más cortos del año sin casi.

Son muy fáciles de ver sobresaliendo de las acículas secas de los pinos. Además como parece ser que aunque no son tóxicas, tienen un nulo valor culinario, más bien hasta está desaconsejado su consumo, sobre todo por su sabor, nadie mira para ellas y crecen libres de sufrir expolios. En consecuencia, da gusto verlas tiñendo de blanco el suelo marrón. ¡Y qué narices! También es agradable saber que dentro de la ciudad se pueden observar tanto plantas como animales atípicos. No todo en los parques va a tener que ser césped y árboles.

De reseñar es que sólo había un grupo de apenas media docena, en un espacio de unos 2 metros cuadrados. Estaban en la parte más baja, casi al borde de donde comienza la tierra. En el resto del pinar no vi más, a pesar que sí estuve buscando por si encontraba alguna que fuera más fácil de fotografiar completa.

Lo que no parece es que el frío les haga mucho daño porque se han conservado espléndidas una buena temporada, a pesar de que ha habido unas heladas considerables. Nacieron esos días pasados que subieron bastante las temperaturas, luego con la vuelta del frío no he vuelto a ver que hayan salido más y aquellas que emergieron ya se están estropeando. Digo yo que esperarán tiempos mejores escondidas bajo el suelo.

Reino: Fungi / División: Basidiomycota / Clase: Homobasidiomycetes / Orden: Tricholomatales / Familia: Tricholomataceae

De lo que he investigado se deduce que es una seta otoñal que se desarrolla sobre la hojarasca.

El sombrero puede llegar a medir 20 cm., es convexo o aplanado y tiene el borde enrollado hacia abajo, con un color gris ligeramente violáceo.

Las láminas son estrechas y apretadas y llegan hasta el “tronco”, presentando entre ellas unas laminillas más pequeñas y cortas. Tienen la misma coloración que el sombrero pero se vuelven rosáceas a medida que envejece y maduran las esporas, que son de este color. Se separan muy fácilmente del sombrero.

El pie suele medir 10 cm. como máximo de largo y 3 cm. de ancho. Se estrecha de arriba hacia abajo, engrosándose a veces en la parte inferior. Tiene el mismo color que las otras partes de la seta, presentando aspecto céreo en la parte superior y fibroso en el resto.

Erinaceus europaeus Linnaeus, 1758 – ERIZO COMUN

Hace unas noches mientras paseábamos por el parque, mi perro Kuma estaba más nervioso de lo normal. No paraba de seguir rastros y olores por el suelo como si estuviera buscando algo. Tiraba para un lado, tiraba para otro, vamos, que no paraba quieto. Al final me llevó hasta un árbol y junto al tronco estaba el motivo. Un bonito erizo comiendo una babosa. El tío no se daba mucho por aludido a pesar de que Kuma no paraba de olisquearlo. Sí se encorvó un poco sobre ella, pero no hizo ademán de cerrarse como suelen hacer. Así que saqué el móvil para hacerle unas fotos, pero entre que no se estiraba y el perro no paraba quieto, decidí subirlo a casa y de paso coger la cámara de fotos.

Dicho y hecho, a toda velocidad vuelvo a bajar y voy para el mismo sitio. Nada, que allí no estaba. Empiezo a mirar por los alrededores, cuando a unos 50 metros al fondo del parque lo veo corriendo hacia unas zarzas. Pero cuando digo corriendo, es que el animalico corría que se las pelaba. No tenía ni idea de que estos bichejos fueran tan rápidos. ¡Cómo me la jugó! En un visto y no visto buscó la protección de la vegetación y allí desapareció de mi vista.

Al no ser las fotografías muy buenas, a la noche siguiente a la misma hora, al mismo sitio que vuelvo y a dar vueltas por allí a la espera. Debe ser que tiene unos horarios muy estrictos porque no tuve que esperar mucho y al rato saliendo de las zarzas que aparece. Iba muy entretenido olisqueando hacia ambos lados a la vez que avanzaba. Así que poco a poco me fui acercando hasta que me vio y se paró. Por suerte no se cerró y me dejó hacerle unas cuantas fotografías.

Que había erizos por el parque ya lo sabíamos desde hace unos cuantos años. Incluso había comentado con mi vecina Erun que su marido y compañero mío, Juanma, a quien le dedico in memorian esta entrada, había hecho años atrás unas fotos de unas crías, que también su perro Rufo descubrió. Así que se las he pedido para hacer un pequeño montajillo en la fotografía.

Lo que no acabo de entender y me parece preocupante, es qué hace una especie que tenía que estar hibernando campando tan alegremente como si fuera primavera. ¿Cambio climático? O simplemente ha aprovechado unos días de buenas temperaturas en mitad del invierno. Esperemos que sea lo segundo, aunque no es normal en pleno mes de enero tener mínimas próximas a los 10º C.

Pincha aquí para ver un vídeo sobre él.

Los erizos pueden llegar a pesar algo mas de 1 Kg. y medir hasta 30 cm. de longitud, aunque las hembras suelen ser más pequeñas. Presentan su zona dorsal recubierta de espinas de hasta 2’5 cm. de longitud y 1 mm. de ancho, a excepción del rostro. El pelaje del vientre es cerdoso, de color pardo. No tienen cuello, las orejas son muy pequeñas y redondeadas y los ojos son oscuros y pequeños. Ambos sexos son parecidos ya que los testículos están dentro del abdomen, diferenciándose en que los machos tienen el pene bastante adelantado y las hembras tienen cinco pares de mamas y la vagina se localiza cerca del ano.

La época reproductora comienza en la primavera, durando la gestación dura unos 35 días. Paren alrededor de seis crías que pesan como máximo unos 25 gramos, ciegas y desnudas, surgiendo al poco las púas, que al principio son blandas y blancas. A las dos semanas abren los ojos y a la tercera comienzan a salir fuera del nido acompañando a la madre. La lactancia dura un mes o mes y medio, tras la cual se independizan, alcanzando la madurez sexual al año. Suelen tener una sola camada por temporada.

Se alimenta de todo tipo de invertebrados (insectos, lombrices de tierra, babosas, caracoles…), huevos, pollos de aves, crías de roedores y carroña.

Son animales solitarios. No son muy agresivos, aunque los machos pueden pelearse para establecer estatus de dominancia. Son predominantemente nocturnos e hibernan en nidos que construyen desde noviembre o diciembre hasta marzo. El resto del año se refugian entre la vegetación espesa, cambiando frecuentemente de lugar.