Certhia brachydactyla – AGATEADOR COMUN O EUROPEO

Dando un paseo por la orilla del río Duero, a su paso por Zamora, despertó mi curiosidad un pajarillo que incansablemente recorría el tronco de un viejo chopo. Mas que recorrerlo, lo que estaba haciendo era una inspección completa de toda la corteza. No creo que quedara ningún insecto, larva o similar en toda su superficie.

Pero lo que más me llamó la atención era su forma de hacerlo, ya que tan pronto trepaba hacia arriba como descendía cabeza abajo o se movía en cualquier dirección. Vamos, que era un equilibrista de primera. Así que pocas dudas había sobre su identidad, con esa facilidad de movimiento sólo podía tratarse de un agateador, y en este caso de un agateador europeo. Aunque también hay otro agateador euroasiático con el que se puede confundir, pero tiene la parte inferior del cuerpo más clara que este, el pico más corto y también canta de forma muy diferente.

Siguiendo con detalle sus movimientos, no dejaba de pensar lo bien que la madre naturaleza diseña a sus hijos. Y es que para un pájaro que se pasa gran parte de su vida en los árboles, su plumaje era inevitable que para pasar desapercibido, imitara otra cosa que no fuera su corteza. Sobra decir que si se quedara quieto sobre ella, cosa que se me antoja imposible, sería casi imposible detectarlo.

Con estas fotografías que le he hecho he quedado muy contento, no porque se trate de una especie poco abundante, si no por la dificultad de pillarlo bien con todo el ajetreo que se traía, porque es que no paraba ni un instante. Pero como el que la sigue la consigue, me doy por muy satisfecho con ellas y espero que os gusten.

Reino: Animalia / Filo: Chordata / Subfilo: Vertebrata / Clase: Aves / Orden: Passeriformes / Familia: Certhiidae.

Nombre científico: Certhia brachydactyla C. L. Brehm, 1820.

Tiene una longitud de 13 centímetros, una envergadura alar de 20 cm. y apenas pesa unos 10 gramos.

El plumaje de la parte superior es de colores castaños de diversas tonalidades, salpicado de colores más claros. La parte inferior sin embargo es de tono blanco grisáceo. También presenta una ceja blancuzca encima de los ojos. La cola es larga, oscura y se apoya en ella para trepar. El pico es largo, fino y curvo, ideal para sacar el alimento de la corteza de los troncos. Diferenciar machos y hembras por el plumaje es muy difícil a simple vista.

El periodo reproductor se inicia en la primavera. La hembra, con ayuda ocasional del macho, construye el nido en oquedades de los árboles o entre la corteza y el tronco, si hay espacio entre ambos, aunque también puede aprovechar grietas en las rocas, el espacio entre las ramas de nidos grandes de otras aves y las cajas-nido artificiales.

Tras su construcción la hembra deposita hasta 7 huevos de color blanco-crema con manchas marrones o rojizas, que incuba durante 15 días. Los pollos son alimentados por ambos padres y vuelan antes de las 3 semanas. Al año es frecuente que saquen adelante dos polladas.

Es una ave bastante sedentaria que no suele realizar vuelos largos. Lo normal es que realice vuelos cortos entre los troncos de los árboles y los recorra hacia arriba.

Se trata de una especie solitaria, aunque fuera del periodo reproductor sí se puede observar formando pequeños bandos.

Se distribuye por la casi totalidad del territorio peninsular con presencia de arbolado. Evidentemente no se encuentra en las zonas cerealistas y tampoco en altitudes superiores a los 2.000 metros.

Turdus merula – MIRLO COMUN

Habitual de casi cualquier zona a lo largo de la superficie peninsular, especialmente si son zonas frondosas y húmedas, a este ejemplar lo fotografié en un parque urbano después de interrumpir su búsqueda de comida entre la hojarasca. Al acercarnos levantó el vuelo emitiendo unos cánticos muy alborotados y volvió a posarse, momento que aproveché para tomar la imagen.

Según mi modo de ver, son unos pájaros de lo más trabajadores y activos que hay. Incluso en invierno, desde primera hora de la mañana y hasta bien entrada la noche, no paran de recorrer el suelo busca que te busca.

Además, una de las cosas que igual mucha gente no sabe, es que se trata de una gran ave cantora. No es nada extraño que todavía no haya llegado la primavera y en plena noche se pueda escuchar su fuerte, variada y melódica sinfonía. Tengo que reconocer que en las salidas nocturnas con mi perrete por el parque que tengo al lado de casa, muchas han sido las veces que me he quedado parado disfrutando de su elegante sonido.

Un detalle importante que no quiero dejar pasar sin comentaros para que podáis distinguirlo de otros túrdidos similares, es que el mirlo nunca camina, siempre lo veréis avanzar dando saltos con las dos patas a la vez. Sumándole que su cola es bastante más larga que la de sus congéneres, no resulta difícil identificarlo.

Y antes de acabar, aprovecho para echar la vista atrás hacia la niñez y recordar el montón de veces que rescaté polluelos del arroyo de mi pueblo. Como solían criar en zonas húmedas, a no mucha altura del suelo, era muy fácil ver sus nidos en los árboles junto al riachuelo. Si a eso le unías la precocidad que tienen en abandonar el nido, a nada que se asustaban salían volando en todas direcciones y muchos de ellos caían al agua. Pues nada, zapatillas fuera y al rescate en medio del alboroto originado por el griterío de sus padres, que no paraba ni cuando se los devolvías, y continuaba hasta que te alejabas un buen trecho.

Reino: Animalia / Filo: Chordata / Subfilo: Vertebrata / Clase: Aves / Orden: Passeriformes / Familia: Turdidae.

Nombre científico: Turdus merula Linnaeus, 1758.

Puede llegar a medir 25 cm., alcanzar una envergadura alar de 39 cm. y pesar unos 125 gramos.

Los machos son de color negro, con el pico y el anillo ocular amarillo, mientras que las hembras son de color pardo, más claro en las partes inferiores y con el pico y anillo ocular un poco más claro que el de los machos. Los ejemplares jóvenes presentan una coloración moteada.

El periodo reproductivo comienza con la primavera. Para ello buscan un árbol o arbusto, donde la hembra construye un consistente nido en forma de cuenco con hierbas, hojas, musgos y barro. En él deposita hasta 6 huevos que son incubados predominantemente por ella durante 13 días. Los huevos son de color azulado con machas pardas o rojizas.

A las 2 semanas los polluelos ya pueden volar, momento en el que suelen abandonar el nido, aunque son alimentados por ambos progenitores aproximadamente durante tres semanas más. Una vez independizados, los padres se ponen a criar otra vez, sacando varias polladas más durante el año. Durante esta etapa son muy territoriales, no tolerando la presencia de otros ejemplares de su misma especie, lo que a veces ocasiona fuertes peleas.

Alcanzan la madurez sexual al año de edad. A partir de entonces los machos buscarán un territorio propio no ocupado por otro mirlo, desde el que con sus cantos atraer la atención de una hembra.

Se alimenta de insectos, lombrices, frutos, bayas y semillas.

Durante el invierno el número de la población residente se ve incrementado con la llegada de los ejemplares que migran desde el norte de Europa.

Pyrrhocoris apterus – CHINCHE DE LA MALVA ARBOREA

A este chinche lo he conocido toda la vida como zapatero, y tal vez sea uno de los primeros bichejos que recuerdo haber visto en mi vida. Quizás sea por lo común que es, o quizás por lo llamativo de sus colores rojo y negro, no sé, pero zapateros he visto siempre en todos lados.

La otra mañana en el huerto me sorprendió ver una gran aglomeración de ellos. La noche había sido fresca, pero la mañana prometía que iba a hacer un buen día, y de hecho, ellos estaban a la abrigada de una pared, donde ya daba el sol y se estaba muy bien. Vamos, que tontos no son.

Su visión no creáis que me hizo mucha ilusión. Tal cantidad de bichos en una huerta no puede ser cosa muy buena… En cualquier caso, como parece ser que son muy gregarios, me dedicaré a molestarlos lo máximo posible, a ver si se percatan que los estoy invitando a abandonar la zona y buscar un lugar más tranquilo. Lástima que no puedan volar, para que el procedimiento fuera más rápido, ya veremos…

Además parece ser que son muy sensibles a las temperaturas bajas y les gusta reunirse en refugios que los protejan. Así que no queda otra que dedicarme a tapar agujeros y eliminar todo tipo de artilugios que les puedan servir de protección. De momento hay margen de tiempo porque sólo deben atacar a los repollos y plantas similares.

Viéndolos ya de cerca en la fotografía, me ha llamado la atención sus ojos saltones, puestos ahí uno a cada lado de la cabeza. Siendo tan pequeños, cuando los miras no se aprecian, pero no sé, al verlos en la imagen ampliada, me han resultado curiosos.

Otra cosa que me ha resultado muy llamativa y que se aprecia en el vídeo, es lo diminutos que son los elitros, las alas endurecidas que protegen las alas verdaderas. Se aprecian en el vídeo, en un individuo que los tiene un poco separados, lo que nos explica lo pequeñas e inservibles que tienen que ser las alas escondidas bajo ellos. Normal que no puedan volar.

Reino: Animalia / Filo: Arthropoda / Subfilo: Hexapoda / Clase: Insecta / Orden: Hemiptera / Suborden: Heteroptera / Infraorden: Pentatomomorpha / Superfamilia: Lygaeoidea / Familia: Pyrrhocoridae.

Nombre científico: Pyrrhocoris apterus Linnaeus, 1758.

Nombres comunes: Zapatero, San Antonio, chinche roja.

Su coloración es roja con las características manchas negras que podéis ver. La cabeza, patas y antena son totalmente negras. En sus fases ninfales pueden faltar algunas de las manchas negras en el tórax. Sus alas son reducidas y no son funcionales.

Las hembras suelen ser algo más grandes que los machos, pudiendo llegar a alcanzar 1’2 cm. de longitud, mientras que los machos apenas pasan del centímetro.

Su ciclo biológico suele tener una duración de 2 a 3 meses. La etapa reproductiva comienza en la primavera y las cópulas pueden ser muy largas, pudiendo llegar a durar varios días. Los huevos eclosionan a la semana o semana y media.

Hasta llegar a convertirse en adultos las ninfas pasan por 5 estadios, mudando de piel al finalizar cada uno de ellos. Son muy sensibles a las condiciones climáticas y la duración de cada fase depende mucho de ellas.

Son animales sociables que se pueden ver en grandes grupos. En los estados larvarios las aglomeraciones pueden superar los varios cientos de individuos.

Su nombre es debido a que se alimentan de las semillas y la savia de las flores de las malvas, que absorben gracias a su boca succionadora, pero también son carroñeros y comen otros insectos, e incluso caníbales, porque tampoco desdeñan los cadáveres de sus congéneres, de hecho en el vídeo están aprovechando los restos de un compañero muerto. El problema para los productos de la huerta viene cuando escasean estas fuentes de alimento y comienzan a atacar coliflores, repollos y similares.

Por último reseñar que para el ser humano son completamente inofensivos.

Arbutus unedo – MADROÑO

Cuando era pequeño, recuerdo que una mañana, pero que muy de mañana, me despertó mi padre diciéndome que me levantara que había que ir a buscar cepas. Yo no sabía ni de qué me estaba hablando. Luego descubrí que se trata de la raíz de las urces, que es como llamamos en mi tierra a los brezos.

Habían roturado el monte para plantar pinos y a los vecinos les daban la oportunidad de recoger las raíces de estas plantas. Estas raíces cogen un grosor bastante grande y supuestamente son buenas para quemar. Digo supuestamente, porque cada vez que echabas una a la chimenea, no paraban de saltar chispas para todos lados.

Pues al monte que nos fuimos con el tractor y el remolque, a pasar lo que prometía ser una amena mañana en familia, en un paraje muy bonito de la sierra de la Culebra, conocido como El Casal. Las raíces no despertaron especialmente mi curiosidad, lo que me ocasionó alguna que otra reprimenda por vago.

Lo que sí despertó mi interés era un grupo de arbustos de los que colgaban unos pequeños frutos anaranjados y rojizos, que tenían toda la pinta de estar maduros. Pero es que a la vez tenía otros muchos de color verde y lo que era increíble, es que aunque estábamos en invierno, también tenía flores. Un montón de diminutas flores blancas… Todo ello con un abundante follaje verde que daba un aspecto muy bonito al conjunto.

Cuando se acabó la faena mi padre ya se acercó conmigo hasta ellos y me explicó que se trataba de madroños y que se podían comer. A mi especialmente no me gustaron nada, pero recuerdo que mi padre cogió unos cuantos para meter en aguardiente y hacer licor, pero de ese cuando estuvo listo, no me dieron a probar.

También recuerdo que en los bordes del grupo de arbustos había algunos arrancados por la maquinaria, y que llevamos unas cuantos con raíces para casa. Allí los plantó en el jardín y fueron de los primeros arbolillos que tuvimos porque prendieron muy bien. Nos acompañaron con su presencia bastantes años, deleitándonos la vista con sus agradable y singular mezcla de frutos, hojas y flores.

Reino: Plantae / Filo: Magnoliophyta (Angiospermas) / Clase: Magnoliopsida / Superorden: Ericanae / Orden: Ericales / Familia: Ericaceae.

Nombre científico: Arbutus unedo Linnaeus, 1753.

Los madroños son arbustos que pueden alcanzar hasta los 8 metros de altura.

Las ramas cuando brotan tienen un color rojizo que a medida que van creciendo se tornan grisáceas. Cuando envejecen la corteza va agrietándose y exfoliándose en escamas; en este punto tiene un color rojo pardo.

Las hojas, que tienen el borde aserrado, son alargadas y miden hasta 10 centímetros de largo y unos 3 de ancho. Son mas oscuras por la parte superior que por la inferior.

Las flores son blancas o rosadas, tienen forma de campana y florecen en racimos a finales del otoño.

Los frutos son redondeados, pudiendo llegar a medir más de 2 centímetros. Tienen un aspecto granuloso y una coloración rojiza o anaranjada. Maduran al otoño siguiente de la floración y de ahí la conjunción con las flores.

Su madera es muy apreciada por su dureza y consistencia, tanto para su uso en ebanistería como para combustible.

Las hojas y las cortezas tienen un alto contenido en taninos, habiendo sido utilizados en la industria textil para curtir tejidos. También ha sido de utilidad para dicha industria las raíces como tinte rojo.

Una precaución a tener en cuenta con los frutos es que, debido a su alto contenido en azúcares, cuando maduran pueden fermentar y transformarse en alcoholes, dato a tener en cuenta en las ingestiones elevadas, que pueden originar dolores de cabeza.

Y no hay que olvidar su utilidad con fines ornamentales en jardinería, ya que se trata de una especie que se adapta muy bien a la mayor parte de suelos.

Cornu aspersum – CARACOL COMUN

Toda la vida cantando eso de caracol-col-col, saca los cuernos al sol, que tu madre y tu padre ya los sacó…, y es precisamente ahora en la madurez, cuando me da por preguntarme qué sentido tiene la canción, si precisamente a los caracoles lo que les gusta es la lluvia y no el sol.

Quiero imaginar que el cántico se refiera a esas tormentas estivales, en las que tras un tremendo chaparrón, aparece el sol con fuerza, a la vez que los caracoles salen de sus escondites al sentir la humedad. Sí, eso tendrá que ser…

Este de la fotografía, sin ir más lejos, no sólo no salió al sol, si no que ya había anochecido. Y aunque hacía fresquete, había llovido bastante durante todo el día, pensaría por tanto que era un buen momento para interrumpir el descanso invernal y recargar energías con la vegetación fresca.

Coger caracoles era uno de mis habituales quehaceres infantiles. Los metía en una caja de cartón y les daba lechuga. A veces la comían y a veces no le hacían ni caso, pero lo que siempre zampaban era el cartón de la caja. ¡Qué extraña era la cosa! Inexplicable para la mente de un niño. ¿Cómo era posible que teniendo lechuga fresca prefirieran comer cartón seco? El problema se solucionó, evidentemente, cambiando las cajas de cartón por botes de plástico o de cristal.

Pero recuerdo con alegría un día triunfal, en el que una querida prima mía, también aficionada a los bichejos, puso fin a todos los problemas alimenticios de mis caracoles. Descubrió un alimento infalible, al que no se podían resistir, y cuando me lo dijo y lo comprobé, no daba crédito a lo que veía. Aquellas mandíbulas abriéndose y cerrando sin parar, tragando todo el pan humedecido que podían. Para mi, en aquéllos momentos, fue uno de los grandes descubrimientos de la humanidad. ¿Quién hubiera imaginado en aquellos momentos que se alimentan de toda la materia en putrefacción que pillan?

La verdad es que cuando uno se acordaba, era un buen entretenimiento coger el bote de los caracoles. Sacarlos y mojarlos abundantemente con agua mientras se tatareaba incansablemente la habitual canción, hasta que salían y se podían echar carreras con ellos. Carreras muy complicadas, porque o nunca seguían el camino recto o se escondían, lo que hacía tener que guardarlos y buscar otra diversión. Imagino que para deleite de los pobres animalillos.

Reino: Animalia / Filo: Mollusca / Clase: Gastropoda / Subclase: Pulmonata / Superorden: Heterobranchia / Orden: Stylommatophora / Suborden: Sigmurethra / Superfamilia: Helicoidea / Familia: Helicidae.

Nombre científico: Cornu aspersum (O. F. Müller, 1774).

Están dotados de una concha en espiral formada por carbonato cálcico que puede alcanzar los 4 cm. de altura. De color marrón amarillento, presenta manchas con tonalidad más oscuras de gran variedad.

En la cabeza le salen cuatro tentáculos, estando los ojos al final de los dos superiores, que son más largos. Los inferiores tienen funciones táctiles. Tanto unos como otros son retráctiles. En la boca tiene una especie de lima, a modo de dientes, con la que raspa el alimento.

Para desplazarse segregan un mucus que reduce la fricción y facilita el movimiento. Cuando se encierran en la concha también segregan otra mucosidad que se endurece con facilidad, cerrando el habitáculo.

Son hermafroditas, por tanto están dotados de órganos reproductores masculinos y femeninos, pero necesitan de otro individuo para reproducirse y fecundarse mutuamente. Unos días después del apareamiento harán un agujero en la tierra de unos 4 cm. de profundidad, donde depositarán hasta 100 huevos, de los que a las tres semanas saldrán unos pequeños caracoles traslúcidos.

Suelen invernar y durante los períodos de sequía también pueden reducir la actividad.